El recién nacido y genial art magazine The Cultural Bukkake ya se hizo eco de su trabajo en la edición del pasado mes de enero. Sus seguidores dentro de la gigantesca plataforma Instagram se cuentan por miles, donde las alabanzas en forma de comments se despliegan como un bello faldón que cubre los bajos de cada una de las seductoras obras que diariamente sube a la red. Se hace llamar Naro Pinosa. Su arma: el collage digital.
Venido al mundo bajo el sol levantino (Elche) en 1979, dedicó su madurez profesional a las técnicas de laboratorio, aunque siempre recurrió al arte como un inseparable compañero de su existencia. Nuestro protagonista se siente atraído por la disciplina cinematográfica, obnubilado por la fotografía que en esta habita.
Pese a tratarse de un ser ávido de creación, hace tan solo un año que decidió centrarse en el fotomontaje, utilizando las redes sociales como galerías virtuales en las que publicar su producción.
El cuerpo humano es su basamento, sobre todo el masculino, pero sin dejar de lado la esbeltez femenina. Estos los fusiona con múltiples elementos a partir de programas informáticos como Photoshop, además de diferentes aplicaciones para móviles (LINE camera ó Cymera) focalizadas en la manipulación de imágenes. Cualquier maravilla que la naturaleza genera es una fiel aliada del individuo: la fauna –en estado vivo o carente de pulso, ya en su osamenta−, la flora, inhóspitos paisajes, frondosos frutos de los árboles, la vegetación y el espacio exterior. Las anteriores sustituyen en sus collages a determinadas partes del organismo, tal y como Magritte ocultó pictóricamente los rostros con velos y manzanas. En este sentido, Naro Pinosa opta por las olas del mar en ebullición, las fauces felinas o las aves del soñado paraíso, adquiriendo la idéntica sensación de desasosiego que el belga escudriñó a partir de la estética surrealista, mientras que el alicantino agrega un ingrediente erótico in extremis propio de la contemporaneidad.
El sexo aparece en primera fila, aunque curiosamente funciona como trasfondo. No es explícito, se disimula y se sugiere. Lo representa mediante el gesto facial delirante y el vacío; una profundidad que deseamos penetrar montados sobre un caballo a galope desbocado, justo lo que viene a ser las relaciones íntimas entre semejantes.
La pornografía queda dominada por la Historia del Arte, acudiendo a diversas épocas y los mal llamados “estilos”, desde el misticismo del Renacimiento italiano y el Barroco nacional a través de lienzos y frescos compendiados con el homoerotismo, la tendencia leather y el bondage, pasando por el provocador realismo francés de Courbet, los iconos populares del siglo XX, y un gran protagonismo asignado a la escultura clásica del Mundo Antiguo y su reinterpretación durante el Arte Moderno.
Bustos, numismática, torsos, glúteos y perfiles griegos protegidos por cascos corintios sirven como una continuación de la fotografía artística actual a modo de puzle, cuyas piezas engarzan a la perfección. La piel se difumina con el mármol, haciendo que la roca extraída de las canteras pierda su inherente frialdad.
El desnudo es la belleza en sí misma, por supuesto, en una de sus tantas acepciones. Cuando se topa con el arte, el resultado es Naro Pinosa.
David RafaelNoSanzio
Instagram: @pinosanaro
The Cultural Bukkake nº2: http://theculturalbukkake.wix.com/theculturalbukkake#!The-Cultural-Bukkake-N%C2%BA2/cwaz/BlankListItem0_i5n4ivhx145_0
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